Cristian C. Bellot | (Micro)Relato XXVII: Gen prohibido
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(Micro)Relato XXVII: Gen prohibido

Corre. Huye. No es ninguna sorpresa que la persigan por toda la ciudad. Sabía que llegaría este día. Lo que no esperaba era que llegara tan pronto.

Nació con el gen prohibido. Nació con una fecha de caducidad a su libertad. Su vida se resume en llevar a cabo los preparativos necesarios para cuando llegara este día. Para poder escapar al refugio destinado a la gente como ella. Un viaje complicado que le exige abandonar la única ciudad que ha conocido para atravesar el peligroso exterior. El mundo salvaje, en gran parte desconocido, plagado de bestias que en ella solo verían alimento sencillo, de terrenos tramposos y difíciles de recorrer, de ríos imposibles de cruzar a nado. Un mundo que no los acepta a todos ellos de la misma forma que la ciudad no la acepta a ella.

Por eso lo había retrasado cuanto había podido. Esperando hasta el último momento, hasta el día antes de su decimoctavo cumpleaños. En cuanto el siete de su edad se transformara en ocho, en cualquier momento el gen podría activarse. Su cuerpo iniciaría una cuenta atrás con un valor que ella desconocería. Podrían ser horas, días o incluso años. Hay casos de gente a los que no se les ha activado hasta alcanzar la vejez; también otros que nunca tuvieron que sufrir las consecuencias de poseerlo, ya que se arriesgaron y el destino les recompensó sin tener que lidiar con ello nunca.

Ella sabía que no correría tanta suerte. Su hermano mayor sufrió el cambio a los veinte; el segundo hermano, a los diecinueve. Tenía escrito en la frente que dispondría de poco tiempo para desaparecer. Nadie la avisó de que se quedaría sin tiempo y el gen se activaría a los dieciséis.

Es todavía una niña y así huye. Con el miedo de la incertidumbre por su especial situación, el pavor del futuro como esclava, el terror de los experimentos que den una respuesta a su precocidad. Huye pensando en adónde huir. En si merece el riesgo salir al exterior con lo puesto, en si es mejor rendirse ahora para preparar una mejor estrategia más tarde, en si debe aprovechar su nueva condición para hacerles frente.

Una de las opciones se elimina de forma automática en cuanto comete el error de meterse en un callejón sin salida. Solo le queda rendirse o luchar. Aprieta los puños al sentir los efectos provocados por el gen en su cuerpo. La hinche de poder. Lo sencillo sería optar por la primera opción: no tiene experiencia como luchadora, aún no domina su nuevo estado, y su situación no será nada apacible sin falla. Pero no puede evitarlo. Por tantas y tantas personas como ella que sufren, han sufrido y sufrirán por ser diferentes, siente que debe hacerles frente. Por tantos que huyeron al exterior y nunca alcanzaron el refugio. Por todos ellos, debe luchar. Aunque pierda, no se lo pondrá fácil.

Su mano izquierda empieza a generar rayos, su mano derecha se envuelve en una llama que no quema. Sus perseguidores se detienen con la duda de cuánto poder atesora. Que vengan a por ella, está preparada para mostrárselo.

Photo by Halacious on Unsplash

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